Efectivamente, no tiene rabo, la buena noticia es que no ha hecho falta que se lo corte nadie, porque nació sin él, y me he dado cuenta al subir las fotos. Me ha venido muy bien porque no sabía qué título ponerle a la entrada, es complicado con un animalito tan soso y tan tristón que me ha quedado.
Este es el momento que menos me gusta de tejer:
Cuando tienes todas las piezas tejidas, destejidas y vueltas a tejer, todo encaja, lo visualizas, pero está ahí, a pedazos, qué pereza. Y aún peor es el final, odio rematar y esconder los hilos, me supera, de hecho, guardo cositas sin terminar por no dar el último paso, paberme matao.
Pero bueno, éste se ha terminado, sin rabo, eso sí y de momento no tiene dueño, se queda en casita conmigo confinado, a la caja de los que nadie se ha querido llevar.
Me acabo de acordar de que allá por octubre de 2017 (increíble cómo pasa el tiempo) publiqué la caja con los que se quedaron, le he echado un vistazo a la entrada y la verdad es que muchos ya se han ido, hay otros nuevos inquilinos de la caja, pero es algo distinta. Mañana te la enseño.
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